Dolor y comportamiento

¿Puede ser dolor? Puede.

En muchísimas ocasiones el dolor está detrás de las siguientes afirmaciones:

“mi perro rompe todo, mi perro se lanza a todos los perros, he adoptado un perro y no puedo ni tocarlo, mi perro me muerde, mi perro se mea por todas partes, mi perro no puede quedarse solo…”

Muchas veces cuesta ver más allá del problema de comportamiento en cuestión que nos desquicia y que, cuanto menos, condiciona nuestro día a día.

El bienestar va unido a necesidades cubiertas. Esto incluye el ‘buen’ comportamiento.

Muchas veces se tiene en cuenta la alimentación, edad, paseo, forma de comportarnos, etc. Y, se olvida la salud.

Detrás de muchos problemas de comportamiento existe una causa orgánica, algo incómodo, un estresor muchas veces pasado por alto.

Resulta imprescindible descartar las causas orgánicas que pueden producir este comportamiento. La salud siempre influye en la conducta.

En la última década, tras enviar a muchos perros a su clínica veterinaria de confianza hemos descubierto problema de: tiroides, alergias, infecciones, dolor…

Y el dolor se lleva el premio gordo. Especialmente en perros con miedo y estrés evidente.

Los dolores ‘no evidentes’ pueden ser difíciles de apreciar, haciendo que se pasen por alto dolores leves o moderados, llamando la atención cuando ya se vuelven insoportables para el perro.

Sin embargo, el dolor – independientemente de su intensidad- compromete directamente su bienestar y actúa de estresor interno, por lo que, sin ningún tipo de dudas, interfiere en el comportamiento de tu perro.

Como pasa con las personas, la percepción del dolor y el ‘aguante’ dependerá del individuo.

Es primordial tenerlo presente ante aun cambio de comportamiento de nuestro perro: relaciones, reacciones, movimiento, descansos, apatía, expresión…

Presta especial atención si estas conductas aumentan, disminuyen o aparecen:

En caso de malestar, es fácil que aumente: Ladridos, reactividad, miedo, conductas agresivas, pipí en casa (eliminación inadecuada cuando sabe hacerlo), acicalado excesivo, lamerse una zona, mordisquearse… nerviosismo, problemas al quedarse solo, buscar tu compañía…

Puede disminuir: el movimiento, conductas de juego, las relaciones sociales, pipí y caca, las ganas de comer, la interacción con sus personas.

Consulta con tu vet de confianza antes de trabajar cualquier problema de comportamiento.

Por otro lado, cabe tener presente que en muchas ocasiones el miedo no desaparece junto al dolor ya que han sucedido ‘demasiadas’ cosas mientras.

El miedo, al igual que el dolor, no pasa solo y hay que ponerle fin para que no aumente.

Cinta Marí.

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