Rasi. Luchadora nata

Permitidme que os presente a Rasi, una preciosa hembra de cocker spaniel color canela, con 10 años de edad, y que llegó a nosotros el 1 de enero de 2011 a través de la voluntaria de una protectora de animales de Valencia.

Rasi vivió una experiencia traumática -según nos contaron, muerte de su dueño y abandono por parte de la familia- justo antes de llegar a la protectora, lo que la llevó a sacar su carácter y tratar de defenderse cuando alguien se acercaba. Sucesivas adopciones fallidas, algunas al cabo de pocas horas de haberla adoptado, hicieron que se recluyera en una esquina de su jaula y no dejara a nadie acercarse. Para terminar de arreglar su situación, el adiestrador de la protectora, en vez de trabajar con ella la desahució y dijo que era imposible que volviera a ser una perra equilibrada, por lo que la iban a sacrificar. Por suerte, Bea, la única voluntaria que no se olvidaba de Rasi cuando sacaba los perros de la protectora a pasear, no lo permitió y la acogió temporalmente en su casa hasta que nosotros la adoptamos.

Antes de adoptarla ya nos avisaron de sus problemas, de su aparente agresividad -fruto de su estrés- y de todas las adopciones fallidas que había tenido. Pero aún así decidimos intentarlo y tratar de darle una segunda oportunidad. La verdad es que no fue fácil, ni para nosotros ni para ella. Ese mismo día nos mordió al intentar quitarle la correa, por lo que pronto descubrimos que teníamos que ser suaves con los movimientos que hacíamos al acercarnos a ella para no asustarla.

A las pocas semanas tuvimos que volver a llevar a la perra a la protectora para actualizar la documentación, ponerle las últimas vacunas, etc. y nos comentaron que sería interesante que tuviéramos una sesión de trabajo con el adiestrador que habitualmente trabajaba con ellos -si, el que la había desahuciado- así que nos acercamos otra tarde a Valencia con Rasi. El parking de un centro comercial abarrotado de gente y un paseo por el antiguo cauce del rio Turia no son el mejor tratamiento para un animal estresado por lo que Rasi volvió mucho más alterada de lo que estaba al salir de casa. Obviamente, no volvimos a contratar los servicios del adiestrador.

Los primeros meses fueron muy bien, la perrita parecía muy contenta de estar con nosotros -y nosotros encantados de tenerla en casa-, por lo que salvo algún mordisco cuando hacíamos algún movimiento brusco con ella, parecía que todo iba a la perfección. No obstante, todo empezó a torcerse al cabo de un tiempo. A medida que se sentía más cómoda en casa y ganaba confianza con nosotros le costaba mucho más salir a la calle. Al cabo de unas semanas, lo que para muchos canes es el momento más feliz del día, se convirtió en una auténtica pesadilla.

En cuanto veía la correa salía disparada a esconderse en algún rincón al que sólo pudiéramos acceder de frente a ella -por ejemplo entre el sofá y la pared- y no dejaba que le pusiéramos la correa. Si lo intentábamos por la fuerza nos gruñía (y nos mordía si seguíamos insistiendo). Por desgracia, pusimos en práctica todas esas tonterías del líder de la manada, ser firmes con ella… y lo único que conseguimos fue estresarla mucho más. Pronto nos dimos cuenta que a la fuerza no íbamos a conseguir modificar su conducta ya que, en esos picos de estrés, se sentía amenazada y sería capaz de morir peleando antes que dejar que la tocáramos. Las únicas veces que conseguíamos vencer su resistencia era distrayéndola, dándole algo que le gustara para que saliera del rincón… Por supuesto, cualquier tipo de visita era muy mal recibida, sólo se sentía cómoda cuanto estábamos solos con ella dentro de casa, y operaciones rutinarias cómo llevarla a la peluquería se convirtieron en un auténtico suplicio tanto que tuvimos que llegar a sedarla para poder cortarle el pelo.

Por suerte, un día dimos con Dog Calm, les llamamos y decidimos probar que era eso de la “educación canina en positivo”. El resultado fue asombroso des del primer día. Si con la teoría del líder de la manada no conseguimos ni un sólo avance en todo el tiempo que intentamos mejorar la conducta de Rasi, el primer día que recibimos la visita de Dog Calm en casa terminamos la sesión bajando todos juntos a pasear tranquilamente por el barrio, no nos lo podíamos creer.

No os voy a decir que haya sido fácil, pero tampoco ha sido nada excesivamente complicado. Poco a poco, sesión a sesión, siguiendo sus instrucciones cada vez que teníamos que salir a la calle, y tratando de adaptar nuestra conducta, hemos conseguido que Rasi adore de nuevo salir a pasear y, sigue sin gustarle, pero la llevamos sin problemas al veterinario o a la peluquería canina. Hemos aprendido cómo manejarla, cómo reaccionar ante situaciones complicadas y, lo que es más importante para nosotros, cómo hacer que Rasi sea una perrita alegre y feliz con la que poder convivir.

Todavía nos quedan aspectos que mejorar en su comportamiento, pero gracias a la educación canina en positivo hemos conseguido que una perrita con 10 años, que ya no es una adolescente ni mucho menos, con un pasado traumático, desahuciada por imposible según otro profesional y que ha tenido que superar dos operaciones para extirparle dos tumores cancerígenos en los últimos meses haya cambiado su comportamiento de forma asombrosa.

Si me arrepiento de algo es de no haber buscado ayuda antes, seguro que el principio hubiera sido mucho más fácil para todos, tanto para nosotros cómo para Rasi de haber contado con la ayuda de Dog Calm. Así que para el futuro lo tengo claro, si tengo que adoptar otro animal contaré con la ayuda de un adiestrador que utilice la educación canina en positiva para que me guíe en los primeros pasos.

Autor: Esteban Fortea, 2014

Publicado en REC+17

 

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