El incremento de animales abandonados es dramático, a esto se suma la “devolución” de muchos de los adoptados. La cultura general, o mejor dicho, la falta de formación, tienen una gran responsabilidad en todo esto.

Cuando una persona adquiere un electrodoméstico nuevo se molesta en saber cómo funciona, que necesita para funcionar, etc. Lamentablemente, esto tan básico no suele ocurrir cuando se escoge compartir la vida con otro ser vivo.

En mí artículo Quiero un… perro” publicado en REC+7 hablo de los puntos básicos a tener en cuenta antes de decidir compartir vida con un perro.

En el momento que se tiene conocimiento sobre qué es un perro, su forma de comunicarse, necesidades y métodos de aprendizaje es factible plantearse compartir vida, no sin antes revisar muy bien si las   rutinas, vivienda y economía son compatibles… hablamos de seres vivos, con sentimientos, no deberían ser “devueltos” como los electrodomésticos.

Antes de la adopción:

Trámites necesarios con la entidad protectora. Cuestionarios e incluso   visitas a vuestro domicilio para conocer a vuestra familia.

Datos sobre la procedencia del perro. Es importante para vuestro futuro tener el mayor número de datos sobre su etapa anterior, esta información y la de su estancia en la perrera, refugio o casa de acogida podría ser de gran utilidad en un futuro.

Hay diferencia entre perros que han estado en perreras y perros que han estado en casas de acogida, interesa saber dónde han estado, si han estado con su familia hasta el momento del abandono, los motivos que les llevaron a dejarlo allí, si fue comprado… También datos sobre si fue encontrado o rescatado, detallando la forma, o si lo llevaron a una residencia y no fueron a buscarlo jamás.

Las adopciones no son gratuitas. Una adopción no es tener un perro gratis.

La entidad que cuidaba del perro lo tiene que entregar con microchip, vacunas, desparasitado (interna y externamente), castrado o esterilizado (o con compromiso por vuestra parte de hacerlo). Mientras el perro ha estado en sus instalaciones lo han alimentado y cuidado, lo cual genera gastos.

Una entidad responsable tendrá personal veterinario, de gestión de voluntarios, cuidado de instalaciones, educadores, etc. Estas entidades están saturadas y no reciben ayudas, pagar por una adopción no debería ser un problema para el adoptante.

Prepara  vuestro hogar. Pon tu casa a prueba de “golpes de cola” y aburrimiento quitando de en medio aquellas cosas susceptibles de ser   rotas o mordidas.

Acondiciona un lugar tranquilo para su comedero y bebedero, juguetes, camita…

Prepara su arnés, correa, alimentación adecuada a su edad…

Se responsable, no experimentes. Los perros que han sufrido un abandono necesitan una familia comprometida con ellos y sus circunstancias. Adopta sólo si estás seguro de poder darles todo lo que necesitan, desde la alimentación hasta la educación.

Contacta con un profesional de la  educación canina previamente a la adopción y valora todas tus dudas.

Probablemente hubo un día en el que el anterior mundo del perro empezó a cambiar, su entorno dejó de ser seguro y predecible y su familia empezó a comportarse de forma diferente… Bajo el pretexto de un mal comportamiento, destrozos, falta de tiempo, problemas de conducta, económicos o cualquier otra situación todo lo que giraba a su alrededor empezó a cambiar y a volverse extraño.

El perro no puede entender porque cualquier cosa relacionada con él  causa malestar en la familia.

Poco a poco su familia iba tomando la decisión de no poder vivir más con él y cualquier cosa relacionada con el perro les causaba malestar, la relación se fractura y pasa a ser de castigos, broncas, responsabilizando al perro de todo lo que sucede.

Las señales pre abandono:

Tras “la decisión” cada miembro de la familia se comporta de forma diferente. Hay quien deja de interactuar con él, otros lo miman más, otros no quieren ni mirarlo, mientras, hay quién lo mira con pena…

Cuando un perro está en una casa de acogida, refugio, etc. y va a producirse un cambio a mejor aparecen de nuevo esas señales de cambio, algo que no siempre se tiene en cuenta, pero es una potente señal para el perro de que algo va a pasar, de que puede perder la seguridad, estabilidad,  rutinas, entorno, personas, etc. a las que ya está acostumbrado. Es importante tenerlo en cuenta.

Los cambios producen incertidumbre y pueden hacer que el perro esté alerta, teniendo comportamientos exagerados no voluntarios, hay que tener en cuenta que en estos momentos la capacidad de razonar disminuye.

Facilitando las cosas:

Para que el perro y su nueva familia se puedan adaptar felizmente todos tienen que ganar confianza, para ello hay que priorizar la calma, el respeto y la estabilidad.

La formación y la empatía ayudarán a este proceso.

Es totalmente lógico que un perro que ha pasado por esta situación presente miedo a los cambios y desconfianza con el entorno. 
Imprescindible el respeto. Es muy importante que nuestro comportamiento sea calmado y genere confianza.

La intención de su nueva familia es cuidarlo, no hacerle daño, respetarle, ayudarle, etc. Pero eso el perro no tiene porqué entenderlo… él está en un momento nuevo, en una situación nueva, con necesidad de tomarse tiempo y con una experiencia que le hace pensar que los cambios no son buenos.

Es importante tener un especial cuidado con las primeras experiencias puesto que son las que empezarán a establecer las relaciones.

De la mano del miedo viene la alerta, y cuando un individuo está en estado de alerta cualquier cosa puede ser una amenaza.

El perro necesita conocer la casa, la familia, su espacio, las rutinas, las formas… Mientras, la familia tiene que hacer un esfuerzo de respeto y espacio dejándole su tiempo.

Ganar confianza.

Para que un individuo se sienta bien es imprescindible que tenga confianza y seguridad en sí mismo. Los perros que han sufrido necesitan ganarla,  podemos facilitárselo a través de tres sencillos pasos o cambios en la manera de comportarnos.

1.     La forma de mirar. Evitar mirarlo con pena o preocupación evitará que le llegue el mensaje de pena o preocupación (ese tipo de mensajes preocupan, agravaría el estado de alerta). Mirarlo de forma calmada, el perro necesita tu ayuda y consuelo, buscará tu mirada y la NECESITA calmada.

2.     Estar y comprender. Estar,  permanecer, o hallarse con cierta estabilidad en un lugar, situación,  condición. Sin necesidad de “hacer cosas”. Escribo sobre ello en el artículo “Simplemente estar,  publicado en REC +9).

La mejor manera para empezar a  ayudarlo es aceptar la situación (real) por la que está pasando.

Su vida anterior, el cambio, su otra  vida anterior, el cambio… No tiene  porque ser fácil para él, no tiene porque entender que puede confiar en nosotros y no le haremos daño.

3.    Aprender y observar. Aprender, ver, observar, reconocer, contestar y por supuesto RESPETAR las señales de calma del perro facilitará la comunicación y evitará tensiones y nos ayudará a poder darles una buena referencia de calma.

Es importante poder reconocer que mensaje nos está enviando el perro.

Saber lo que va a suceder en cada momento ayudará al perro a ganar confianza y seguridad en sí mismo a la vez que te convertirá en persona predecible en la que poder confiar.

Descanso: Altamente necesario para equilibrar el organismo de nuevo. El perro necesita un lugar tranquilo y seguro para descansar donde no sea molestado. No hay que molestarle ni despertarle para nada.

Comida y agua: No deben faltar. Las necesidades básicas no pueden convertirse en preocupaciones.

Siempre tendrá agua fresca disponible y comida de calidad adaptada a su edad y necesidades.

Horarios: Ganará seguridad y confianza al poder predecir las situaciones.

Evita dejarlo solo de golpe, haz que tus ausencias sean progresivas.

Paseos: Ten en cuenta el tiempo de paseo de su vida anterior para no sobreestimular al perro en exceso.

En un principio es recomendable que los paseos sean cortos, alrededor de casa y favoreciendo el olisqueo.

Necesitarás un arnés y una correa larga, respeta su paseo y no tires del perro. No lo sueltes hasta que no tengáis confianza mutua.

Salud: El perro suele ser entregado vacunado, castrado, con chip y desparasitado, por lo que no es imprescindible acudir de forma inmediata al veterinario a no ser que presente un problema de salud.

Sin embargo, es importante una revisión veterinaria, si esperáis dos o tres semanas para realizarla le facilitaréis las cosas al perro.

Manipulación: Es importante respetar su espacio y no exigirle la aceptación del contacto físico.

Abrazos, achuchones o incluso caricias pueden resultarles muy incómodos y agravar su situación.

Dejaremos que sea él quien se acerque y en ningún caso lo inmovilizaremos (por ejemplo abrazándolo).

Visitas y familiares tienen que ser respetuosos con el nuevo miembro de la familia.

Respeta su espacio, sobretodo mientras descansa, come o tiene algún juguete.

Juegos y ejercicio: Con moderación y buscando la tranquilidad.

Ofrecer estimulación mental y física que les entretenga y les permita usar los sentidos, no siendo recomendables los ejercicios o juegos muy intensos como perseguir cosas (pelotas), tirar y aflojar, correr, etc.

Aprendizaje: Las normas para la convivencia no deben interferir en la adaptación.

Tenemos que prevenir los posibles  accidentes (cubo de basura, robar comida, etc.) impidiendo que ocurran (guardar el cubo, no dejar comida nuestra a su alcance, etc.)

Poco a poco, desde la amabilidad le iremos enseñando que nos gusta.

Bajo ningún concepto usaremos castigos físicos o no físicos. Escribo sobre ello en el artículo Sin castigos” publicado en REC+13
Una adopción es un cambio, y como tal estresa. En mi artículo “Relájate” publicado en REC+3 podéis leer más sobre el estrés.

Esto puede causar ciertas conductas incomodas (destrozos, exceso de actividad, de tranquilidad, de vocalizaciones o incluso bajada de defensas).

Para aclarar tus dudas sobre si un comportamiento es puntual o no, lo más recomendable es que contactes con un profesional de la educación  canina que trabaje de forma amable.

A medida que el estado de alerta revierta se podrá ver si hay (o no) algún tipo de problema de comportamiento.

Descarta herramientas y métodos irrespetuosos, collares dañinos y técnicas basadas en dominancia y  similares.

Hay un nuevo miembro en tu familia, te toca aprender “como funciona” y, lamentablemente, la buena voluntad no basta.

 

Autora: Cinta Marí, 2015

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