A propósito de los toques

Es fundamental para el correcto crecimiento y bienestar individual respetar las etapas de desarrollo y los tiempos de cada perro. La maduración no es estándar.

Eso sentaría la base para una educación respetuosa.

Hay voces interesadas en crear asociaciones entre:  respetar a los perros vs dejar que hagan lo que les dé la gana, no usar aversivos vs inflarlos de salchichas. Nada más lejos de la realidad.

El crecimiento sano requiere de libertad, errores, aciertos, pero tiene líneas que no se pueden cruzar, bien sea por seguridad, convivencia o por confianza, lo que en humana llamaríamos los límites. La vida está llena de límites: legales, físicos, sociales, morales… La de nuestros perros también, no podemos obviar esto en su educación.

¿Pegar un toque como lo haría su madre es poner un límite? Eso solamente es violencia, además, las madres no pegan toques.

Cuando realizamos una acción violenta sobre nuestro perro somos tan absolutamente imprevisibles que ni se le pasa por la cabeza defenderse (a algunos se les pasa, desgraciadamente, porque termina siendo peor para ellos), se adaptan a la situación y nos siguen adorando (y temiendo).

Es una situación durísima. Irrespetuosa. No puedo imaginar que les pasará por la cabeza. Tiene que desgarrar y afectar a su carácter, bienestar, comportamiento ¡y vínculo!, porque no nos engañemos, en cada toque lo destruimos.

La violencia no educa ni ayuda a la convivencia, a la violencia se la sobrevive o no. Sea del nivel que sea. No hay absolutamente ninguna justificación para emplear estas pseudotécnicas, nunca, ni siquiera que quieras “fabricar” un perro violento.

Cinta Marí

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