Relájate

La palabra estrés parece no ser ajena a ninguna persona, la usamos a menudo para expresar cómo nos encontramos por nuestro ritmo de vida: las personas solemos afirmar que estamos estresadas, eso no extraña a nadie. Pero podemos mantener una conversación donde nombramos el estrés en los perros y que la respuesta sea ¡Cómo van a estar estresados! ¡Yo sí que tengo estrés! ¡Con lo bien que viven! E incluso gastar alguna broma. Parece claro que a pesar de ser una palabra muy usada, poco se sabe de su significado.

Existen varias definiciones o puntos de vista entorno al concepto del estrés que dio el médico

canadiense Hans Seyle* en los años cincuenta. Seyle (considerado por algunas personas como el padre del estrés) lo definió como “una respuesta corporal no específica ante cualquier demanda que se le haga al organismo (cuando la demanda externa excede los recursos disponibles)”

La Organización Mundial de la Salud lo define como “el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción” Podemos encontrar otras afirmaciones como la de Lazarus “el resultado de la relación entre el individuo y el entorno, evaluado por aquél como amenazante, que desborda sus recursos y pone en peligro su bienestar”.

El estrés es una respuesta natural del organismo, el estrés ayuda ante un cambio que precisa de una adaptación, diariamente hay “cosas buenas” que generan estrés. Es necesario para vivir. Hans Seyle: Carecer por completo de estrés es estar muerto.

El estrés es útil y necesario en una situación de “emergencia”. El problema empieza cuando no se puede gestionar y hay dificultades en liberar del organismo los cambios ocurridos durante su respuesta, eso puede llevar a que cualquier cosa sea una amenaza, una señal de alerta, el organismo sigue generando un gasto de energía demasiado fuerte…

Debemos tener en cuenta que el estrés produce cambios químicos en el cuerpo:

El cerebro envía señales químicas que activan la secreción de hormonas (pertenecientes al grupo de las catecolaminas) como la adrenalina, noradrenalina y dopamina en la glándula suprarrenal. El corazón late más rápido, sube la presión arterial, la sangre se desvía a los músculos para huir del peligro, aumenta el nivel de insulina para que el cuerpo pueda metabolizar más energía.

Adrenalina: “Hormona de acción”, secretada por las glándulas adrenales en respuesta a una situación de peligro. Actúa principalmente sobre el músculo, tejido adiposo e hígado. Se secreta en pocos segundos, encontrándose en el punto más alto al minuto de producción. Puede aumentar el metabolismo normal del cuerpo en un 100% Ingresa más aire en los pulmones, estimula el corazón haciéndolo latir más rápido y más fuerte. Se dilatan las pupilas, aumenta la velocidad de respiración, entra más sangre a los músculos a la vez que se retarda el sistema digestivo, haciendo que los músculos se tensiones y un aumento de la presión arterial.

Noradrenalina: Funciona como hormona y como neurotransmisor. Afecta a las partes del cerebro encargadas de controlar la atención y las acciones de respuesta. Interviene junto a la adrenalina en la respuesta, aumentando la frecuencia cardíaca, provocando liberación de la glucosa desde las reservas de energía y aumentando el flujo sanguíneo al músculo esquelético. Regula los niveles de energía: un alto nivel aumenta el estado de vigilia, incrementa el estado de alerta, predispone a actuar frente un estímulo… y un bajo nivel causa por ejemplo un aumento de somnolencia.

Dopamina: Hormona y neurotransmisor. Tiene multitud de funciones en el cerebro (entre ellas de comportamiento, actividad motora, humor, aprendizaje…) Está íntimamente relacionada con las emociones y el placer, el estrés disminuye la dopamina. Dependiendo de la capacidad de almacenamiento de la dopamina, un individuo puede considerar el mismo estímulo como algo agradable o como algo peligroso. Por la importancia de la dopamina, me gustaría invitaros a leer más sobre ella.

No se puede obviar un neurotransmisor muy importante que disminuye ante el estrés.

La serotonina se genera a partir del triptófano (aminoácido esencial aportado por la dieta, no fabricado por el cuerpo).

Algunas de las principales funciones de la serotonina son: regular el apetito mediante la saciedad, controlar la temperatura corporal, la actividad motora, las funciones perceptivas… E intervenir en otros neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina (relacionados con angustia, miedo…) También actúa como “reloj interno” determinando los ciclos de sueño, está íntimamente relacionada con el estado de ánimo y la emoción. La escasez de serotonina hace tener problemas de control, desordenes obsesivo-compulsivos, problemas de sueño…

Está demostrado científicamente la relación entre el impulso al tomar decisiones en entornos sociales y los niveles de serotonina en el cerebro.

El estrés y los cambios hormonales alteran la serotonina, consumiéndose muy rápidamente en situaciones de estrés. El aumento de la serotonina produce sensación de bienestar, relajación, mayor concentración…Podemos observar que lo que hacen muchos ansiolíticos es aumentar la serotonina en el organismo.

Repito que esto en una situación de emergencia no es dañino, sino todo lo contrario. Pero si la situación continua, si un individuo no se puede librar de esa “energía”, se convertirá en un nocivo problema para la salud, es entonces donde podremos observar problemas físicos o como un perro intenta deshacerse de ella mediante estereotipias (una estereotipia es una secuencia de movimientos repetitiva, relativamente invariable y que no tiene un propósito claro), a la vez que les observaremos “más nerviosos” y con menos tolerancia a ciertas cosas, que pueden (o suelen) ser acompañados con diarreas, alergias, perdida de pelo…

La respuesta al estrés NO desaparece una vez terminado el estímulo que lo causa, por lo que es imprescindible un PERIODO DE CALMA, natural y necesario para que el organismo pueda liberarse de toda esa energía y desequilibrio químico.

Facilitaremos a los perros tener un descanso del estrés. El tiempo de descanso ideal es una semana, siendo las primeras 48 horas importantísimas.

Un ejemplo sencillo de descanso natural: Perrito que vive en la ciudad y se va el domingo a pasar todo el día en el campo, corre, juega, va excitado de aquí para allá… El lunes “no hay perro” se pasa el lunes descansando, el martes ya no descansa “tan llamativamente” pero está mucho más tranquilito de lo normal, y así va recuperándose del desequilibrio químico a lo largo de la semana.

Estos ejemplos tan buenos que nos enseñan los perros es necesario que los aprendamos y los utilicemos para cosas que nosotros les pedimos, por ejemplo un intenso entrenamiento vendrá seguido de un correcto periodo de descanso.

Lo aplicaremos a cualquier situación que le lleve a un estado de alerta.

En este periodo de calma evitaremos situaciones que estresen al perro, ofreciéndoles más estabilidad y tranquilidad.

Cuando las situaciones de estrés son continuas, el organismo no deja de emitir señales que se registran como trastornos funcionales, problemas emocionales, falta de atención y concentración… este estado cambia la forma de ver el mundo, cualquier cosa puede ser amenazante, y si el perro está continuamente en este estado, estar en estado de alerta será un habito para él, con todas las consecuencias negativas que eso conlleva.

Tras esta pequeña introducción, plantearé unas preguntas:

¿Causan estrés las correcciones en nuestros perros? (eh, eh!, sch!, deja eso!, no!) ¿Se les permite deshacerse de ese estrés? ¿Causa estrés “dar órdenes” a un perro? (ven, baja, junto, quieto) ¿Se les permite deshacerse de ese estrés?

Multitud de situaciones diarias ayudan a que los perros en un principio tengan estrés para terminar teniendo un problema de estrés.

No es preciso que ese problema lo desencadene algo tan simple como una mala alimentación, o el susto que se ha llevado por cualquier motivo. La forma de dirigirse a ellos, las exigencias, correcciones, la sobrestimulación (ya sea física o mental), la falta de tranquilidad, el ruido, las “técnicas de dominancia”, e infinidad de cosas más. Muchas veces se les impide tener la posibilidad de relajarse.

En este estado de alerta es totalmente lógico y normal que el perro muestre miedo, algún comportamiento agresivo o destructivo, que tenga menor capacidad de atención, que se “sorprenda” fácilmente… y que se intente deshacer de él por medio de alguna conducta estereotipada (perseguir reflejos, autolesiones, dar vueltas sobre sí mismos…)

Algunas cosas que nos pueden ayudar a identificar el estrés:

· Jadeos y salivación excesivos.

· Incapacidad de estar tranquilos.

· Reacciones excesivas.

· Rascarse, lamerse, sacudirse.

· Estereotipias.

· Beber mucho, en consecuencia orinar mucho.

· Problemas como vómitos, diarreas, alergias, caspa, olores.

· Temblores, almohadillas húmedas (sudorosas).

· Gemidos, lloros, ladridos excesivos.

· Irritación.

· Comportamiento de monta

· Pérdida de apetito, dejar de coger premios…

De la misma manera que un estímulo puede ser amenazante o agradable para un perro, o amenazante para uno y agradable para otro, una reducción de estrés no puede ser estándar.

… Aunque algunas personas tenemos una “prisa estándar” instalada de serie.

Posiblemente lo más común en las personas y lo que primero tendríamos que revisar son nuestros movimientos y lo alarmantes que pueden llegar a ser. Nuestro ritmo de vida, nuestro estrés, forma de comportarnos, lo rápido que nos movemos, como salimos disparados a coger el timbre o el teléfono, etc., incluso la falta de información. No dejan de ser una gran herramienta para desestabilizar a los perros con los que convivimos. Eso sí, queremos que ellos estén equilibrados y eso nos ayuda a no ver que están sufriendo.

Aquí nos fijamos también en los niveles de ruido que somos capaces de hacer, no solo hablando o discutiendo, sino al escuchar nuestra canción favorita a todo volumen, tener la radio tan fuerte que se escucha por toda la casa, la tv …

Si queremos convivir con nuestros amigos y beneficiarnos de su compañía, es imprescindible que ellos se encuentren a gusto.

Dentro de las cositas que hacemos diariamente no podemos olvidarnos de algo que les da mucha seguridad: la rutina. Tenemos que esforzarnos por ser predecibles.

Cualquier persona que haya dado estos pequeños pasos para ayudar a su perro, se habrá dado

cuenta de que su nivel de estrés ha bajado ¡si, el suyo! Aparte también el del perro.

Es muy importante ser agradables con ellos, intentar que hagan pequeñas cosas bien para felicitarles, podemos proporcionarles juguetes de estimulación mental sin olvidar que primero

les tenemos que enseñar cómo funcionan y ponérselo muy fácil para que su pequeña concentración se vea recompensada, es importante ir poco a poco, evitar que se frustren, del mismo modo que si no sabes hacer un sudoku no empezarías por uno difícil (y si lo haces te causará muchísima frustración).

También podemos hacer sesiones de olisqueo. Es importantísimo y fundamental dejar que los perros olisqueen.

Seamos propietarios o profesionales, no se nos puede olvidar que el estrés impide el aprendizaje, por lo que ante cualquier demanda o problema, lo prioritario es reducirlo.

Resulta beneficioso el conocimiento, reconocimiento y uso de las señales de calma.

Es interesante fijarse en cosas como si está pasando frío o calor, bien sea por la calefacción o aire acondicionado de casa, o porque está fuera y hace frío o demasiado sol.

Y una vez comentado lo de “está fuera”… sería interesante saber por qué, cuanto tiempo, cómo se le saca, si entra alguna vez, y su integración en la familia.

La alimentación es un factor que también influye, piensos de muy baja calidad, piensos para perros de actividad extrema. Es importante que tengan un pienso adecuado y de calidad. En la reducción de estrés se habla también de complementos alimenticios, piensos especiales, una toma de carbohidratos entre una o dos horas después de la última de pienso, incluso la misma marca de pienso cambiando de pollo a cordero suele tener más carbohidratos y menos proteínas.

Otras cosas que se pueden hacer al respecto:

· Olvidarse de métodos duros, teorías de la dominancia y similares.

· Olvidarse de juegos como tirar la pelota de forma obsesiva.

· Dejarle oler tooooodo lo que quiera oler por la calle.

· Recordar que el miedo lleva a un estado de alerta.

· Olvidarse de las correcciones, especialmente físicas y con gritos.

· Transmitir mucha tranquilidad.

· Respetar su descanso ¡siempre!

· No hacerles realizar más esfuerzo físico que el necesario.

· Empatía, empatía, empatía.

· Evitar achucharles y abrazarles de forma constante.

· Evitar momentos o situaciones que causen más estrés.

· Ser tolerantes, sencillamente es un estado que pasará si se le ayuda.

· Importante el “cumplimiento” de lo que se establezca por parte de la familia ¡y de las visitas!.

· No premiar ningún momento de excitación.

· Decir su nombre de forma tranquila.

· Respetar SU paseo, no es una reunión de personas que se conocen en el parque, es su paseo.

· Si le gusta, se le puede acariciar o dar masajes de forma relajante….

Hay muchas cosas que podemos hacer para que nuestro perro sufra por estrés, e infinidad de otras que debemos hacer para que deje de sufrir.

Como he dicho antes, NO hay una solución estándar para todos los perros, hay cosas que son aplicables a unos y no a otros. Evidentemente la educación, comprensión, empatía, buenas formas, etc. son aplicables a todos, tengan un problema de estrés o no lo tengan.

Este artículo no es una guía del estrés, ni de la reducción de estrés. Simplemente es una breve introducción para explicar de la manera más simple y entendible posible pequeñas cosas sobre él.

Ante un problema de estrés recomiendo la ayuda de un educador en positivo.

*Hans Seyle: En su tesis “el estrés o síndrome general de adaptación” resumió un conjunto de síntomas psicofisiológicos. Separando los efectos físicos del estrés de otros síntomas sufridos por sus pacientes a través de su investigación. Observó en sus pacientes trastornos físicos que no eran causados de forma directa por su enfermedad. Su investigación más famosa es: El estrés, un estudio sobre la ansiedad, publicada en 1950.

Autora: Cinta Marí

Artículo publicado en la revista REC+ nº3

 

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